El arreo.

El arreo.

 

El aire fresco de la mañana le pegó en la cara,

Cuando al trotecito retomó la marcha.

Su tobiano fiel ya le entiende la seña

cuándo con el talón pega en la cincha.

Su patrón un día lo llamó para un arreo

y preparó sus cosas aunque no le gustaba eso.

Hace varios días que emprendió el regreso

de algo que parecía sería cosa de un mes.

Debía llevar hacienda hasta la otra provincia,

a un nuevo campo que hace poco compró.

Es que estos potreros están pelados y en sequía,

ya no tenía ni un yuyo verde … y se agotó.

Le costó mucho dejar a su compañera

pero su amor era muy grande le dijo y lo juró.

__Te llevaré conmigo en mi pensamiento,

te llevaría conmigo si lo pudiera,

metida en mi corazón, acá adentro,

como la reliquia que yo más quisiera.

Si todo va bien en un mes será la vuelta.

Ella se quedó parada ahí, apoyada en la puerta,

saludándolo, la mano en alto.

El sintió como un puntazo en pleno pecho

como si un presentimieto malo se le cruzara.

Y el arreo fue muy largo y duro.

Dos vacas preñadas perdieron sus crías.

Él le había advertido al patrón de ese peligro,

Pero solo respondió __Mi hacienda es fuerte.

Debió parar varios días para que se repongan,

en ese camino que un monte tenía,

por suerte, tupido monte de cinacina.

Allí estaban a la sombra y reparadas.

Cuando siguió la marcha lo hizo muy despacio

No sea cosa de perder los animales.

Era su responsabilidad llevarlos a buen puerto,

Para eso su patrón en él confiaba.

Hasta que un temporal le llevó días.

La lluvia y el viento fuerte lo azotaba.

Llevó la hacienda contra unos cañaverales

que junto al camino se agrupaban.

Y allí, empapado y con frío, esperaba que amainara.

Ni fuego para tomar unos mates o calentarse entonces tuvo.

Y pasó hambre y ya no tenía nada seco para ponerse

Y lo que es peor nada para comer.

‘’Así es la vida del arriero´´, se decía,’ ’no siempre va todo a ir bien´´.

Había pasado más de un mes y aún faltaba

Varias leguas para llegar a destino.

Se tiraba para descansar cuando la noche

Hacía imposible seguir la travesía.

Entonces pensaba en Rosalía,

mirando fascinado las estrellas

y pensaba en los momentos que vivieron.

En su amor, en su pelo renegrido y miles de cosas bellas

Eso le daba fuerzas para seguir andando,

Pensando más que nada en el regreso.

Pero aún lo esperaba algo terrible

que no estaba en el plan de aquel arreo.

Cruzar el río ancho y caudaloso

Resultado de la lluvia y la crecida.

Varios terneros chicos se los llevó el agua

Y para salvar a otros se tiró muy decidido.

Casi se ahogó al llevarlo la corriente

Y golpeando contra unas piedras quedó herido.

Su fiel caballo le salvó la vida cuando se arrimó lo más que pudo

Y él, alcanzó a subirse …y lo llevó a lo seco.

El brazo le dolía enormemente

pero como pudo reunió la hacienda.

Tenía varias pérdidas y una amargura muy grande

cuándo llegó a destino, a más de una fractura brava

que le descubrió el puestero.

Ahí mismo lo llevó hasta el pueblo

Y lo internaron porque la cosa era sería

a pesar de sus quejas y desacuerdo:

__Debo pegar la vuelta ahora mismo.

Pero el médico se impuso y le decía

que hasta que él lo decidiera ahí se quedaría.

Así pasaron los meses y un día pudo

pegar la vuelta como él tanto quería.

Más el médico le recomendó ir con aplomo

si quería llegar sin problemas a destino.

Por las noches se recostaba en el recado

Mirando el cielo y soñando con ella.

Pensaba en lo angustiada que estaría,

Mientras la acariciaba con el alma.

Esa mañana salió muy tempranito

al trote para hacer el último tramo.

Acariciaba la crin de su caballo,

su fiel compañero , el tobiano.

El aire fresco le daba en la cara

y un silbo alegre se floreaba en sus labios.

Cuando divisó su rancho azuzó al tobiano.

Tenía apuro ahora para estar junto a ella.

Se extrañó no verla esperando en el patio

y al atar a su pingo le asaltó un presagio.

Entró al rancho y todo era abandono.

La llamó con voz ahogada.

Salió desesperado mirando hacia ambos lados.

Lo sorprendió un vecino que lo vio llegar y fue a su encuentro.

__ No se haga más problemas amigo – este le dijo.

__ Pero ¿Qué le ha pasado, sabe usted algo?

__ Solo sé que a los pocos días que usted se fue de arreo,

Pasó un desconocido y se la llevó en ancas.

El gaucho no lloró … porque los gauchos no lloran.

Juntó unas pocas cosas y le prendió fuego al rancho.

Después montó el tobiano y sin decir más nada

Ocultando su dolor…  se fue al tranco.

Buscaría un arreo … mejor si fuera muy lejano,

total ya no tiene a nadie que lo espere.

Hoy todo lo que tiene es su tobiano.

Ya le nacerá un silbo cuando su garganta

pueda aflojar el ñudo que le aprieta

y no le deja ni decir una palabra.

Ahora el trote se va haciendo galope

llevando a ese gaucho en busca de un arreo,

mientras arrea las penas que le colman el alma.

OLGA.

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